miércoles, 13 de abril de 2011

Un agente con buen ojo...

La historia inventada que podrás leer, la hice para Sant Jordi, y sucede en la calle, en un puerto. Tres narcotraficantes se burlan de un agente, pero... Si quieres saber más, lee la historia.




- ¿A dónde se dirige? – dijo el agente.
- Me dirijo a mi casa. ¿Por qué, es un delito? – respondió Albert con un tono burlesco.
- De acuerdo, puede seguir. – prosiguió el agente, enderezado de pies a cabeza.

Pero, el agente no estaba muy seguro de ese tipo. Albert era alto, con el pelo corto y castaño y con unas débiles ojeras que le contorneaban las pestañas de abajo.
Y algo en el interior del agente le hizo coger el coche de policía, apagar las luces y seguirle para comprobar si lo que decía era cierto.
Albert se puso en dirección contraria en una calle. Cuando frenó de golpe. Aparcó de mala manera en un lateral de dicha calle, y se bajó.
El agente, detrás de él también frenó y aparcó a unos metros de Albert. Y vio como éste entraba en un portal. Pensó que tal vez no escondía nada. Cuando de repente vio como volvía al coche. Pero llevaba un maletín negro muy sospechoso.
Los dos coches arrancaron, el de Albert y el del agente. Albert iba por unas calles poco transitadas que el agente desconocía, y que por el aspecto parecían puy peligrosas.
El agente observando y siguiéndole estaba a pocos metros. Y sin quitarle el ojo de encima. Pero Albert, parecía que no le veía, cosa rara por que estaba muy cerca.
Albert giró una calle más, y todo recto hasta llegar al puerto. Un puerto muy pueblerino. Era el típico puerto que veías en cualquier película americana.

Cuando los dos coches estaban ya en el puerto, Albert se quedó en medio de el, al lado de dos coches amarillos. Y el agente escondido, cerca de Albert, detrás de un montacargas enorme (para la mercadería que viene de grandes barcos en busca de negocios).
Albert, bajó del coche con el maletín negro y se dirigió a los dos coches amarillos.
De estos dos coches, salieron dos tipos blancos con ropa negra u oscura. Albert les enseñó el maletín y éstos asintieron con la cabeza. Pero el agente no lograba ver el contenido de dicho maletín.
Cuando, Albert vio una sombra que se acercaba. Era el agente dispuesto a poner fin a este entrometido plan que llevaban a cabo estos tres tipos.
El agente, a unos cinco pasos de Albert les dijo:
- Ya sabía yo que tú no ibas a ir a casa. Que escondías algo. ¡Las manos arriba, y las pistolas donde pueda verlas! – gritaba el agente con un tono burlón y apuntándoles don una pistola que se sacó de su cinturón multiusos.

Los tres tipos, Albert y los dos hombres de negro, alzaron bien alto las manos, tirando al suelo las pistolas que sujetaban en la mano en el momento en que vieron venir el agente.
El agente se acercó a ellos, con el brazo que sujetaba la pistola bien derecho (apuntando a la cara), y cogió el maletín negro y las dos pistolas. Y se sacó un walkie-talkie de su cinturón.
-Atención 224, pido refuerzos a la zona este del puerto. He capturado a una panda de narcotraficantes. – dijo el agente por el walkie-talkie.
Dijo narcotraficantes por que el maletín contenía cocaína y otros derivados.

A los pocos minutos, vinieron dos coches policía. Arrestaron a los tres narcotraficantes, y se los llevaron a comisaría. Allí les interrogaron. Y pudieron saber que los tres tipos eran de una mafia muy poderosa en Brasil. Y que Albert era de España y hacía chanchullos con dicha mafia. También les pudieron sacar el nombre. La mafia por la que éstos trabajaban era Lanskyns. Y en Brasil pudieron arrestar al jefe de la mafia, El Padrino. Éstos, se pasaron veinte años en la cárcel sin poder saber nada del exterior.
Al parecer, la imprudencia del agente había resultado positiva. Pero, ¿Quién sabe, volverá a tener tanta suerte en el próximo caso?