sábado, 23 de julio de 2011

Brusco...

Apareces y te plantas en medio de la carretera. Me hacer frenar para no arroyarte. Me bajo y te pones delante de mi. Cierras la puerta y me empotras contra la puerta del coche. Al fin puedo verte la cara y reconocerte. Pelo corto, moreno. Ojos verdes y rostro pálido.
Me immobilizas. Tienes la cara de delincuente, pero me gusta.
Pones tu cabeza a apenas dos centímetros de la mía. Y me besas, un beso tímido para parecer un delincuente... pero me encanta.
Apartas tu cabeza de la mía, y ahora soy yo el que se atreve. No nos decimos nada, reina el silencio en esa calle.
Media hora después te marchas sin apenas despedirte, y mientras miro como te alejas subo a mi coche.
Pero esa noche hubo más que besos, un accidente. Yo me empotré contra un árbol bastante grande. Entré en coma y nunca pude salir de el. Y todas las semanas, veía cono venía a la habitación del hospital en el que estaba. Una hora nada más. Una hora de lloro y lamentos por no haberse despedido.