tus labios húmedos siempre me decepcionaban
y tu mirada oscura y alocada nunca más la veré.
Porque rápidamente mi corazón cicatriza,
por el plácido y bello gusto de mirar el mar
mientras el río caudaloso se estrella contra las aguas.
Y con la esperanza, de que, desde el interior
irremediablemente pensemos en ambos.
En lo que fuimos y en lo que nunca más seremos.
Rubén Carreto