miércoles, 25 de enero de 2012

SANGRE FRÍA


La tenía entre las manos, sangrando y con la cara deformada por todas las agresiones.
Él, riendo cogió el bate y la remató de un solo golpe. Todo seguido sin parpadear y con la cara fría fue a por la otra. La siguiente.
Ella estaba en la silla atada, con la cara llena de sangre y malherida pero notando el ambiente tenso y sangriento.
A través del antifaz podía ver como se acercaba cojeando con un bate lleno de sangre en la mano derecha. Por que tenía el puño de la mano izquierda cerrado y muy apretado. Podía notar la rabia con la que tenía cerrado el puño y con la que aguantaba el bate.
Se acercó casi tocándola y le susurró al oído:
- Que pena, ¡¿eh?!
La chica temblando no pudo decir nada, no le salían las palabras, ni siquiera un flojo grito.
Sergio acercó el bate a la cara de ella imitando el futuro golpe, para asustarla y a la vez para no fallar.
Ahora sí. Apretó sus manos al bate para que no se le cayera. Le dio con tanta rabia y fuerza que falleció al instante y un solo grito antes. Cayó junto con la silla, tan sólo un golpe, un golpe fuerte, seco y lleno de dolor, tristeza y otra vez con sangre.
La casa estaba llena de sangre menos Sergio, que estaba limpio, sin sentimientos y lleno de crueldad.

Salió de la habitación lanzando el bate por la ventana para que no se delatara a sí mismo. Comedor, pasillo y ya estaba en la calle. Eso le recordaba esa inmensa y plácida sensación de sentir libertad, las ganas de recorrer mundo.
Y todo esto es debido al cáncer que tuvo años atrás. El tumor lo tenía cerca de la tibia, cosa que hizo que se quedara cojo. Pero en el hospital se volvió loco y se escapó antes de la operación que le podría haber salvado la vida.
Al escapar se mezcló entre la gente de la calle y no lo encontraron. La estancia en el hospital le creó un vacío muy grande y fue entonces cuando se dio cuenta que las vidas de las personas le llenaban, llenaban ese placer y de sensaciones que nunca había experimentado, sensaciones milagrosas.

Sergio al día siguiente cobró la vida de dos chicas más. Otra noche negra gracias a él.
Paseando pasó al lado de una tienda de televisores que estaban en el canal de noticias. Se acercó y prestó un poco de su valiosa atención. Estaban hablando de dos chicas que encontraron muertas en una casa. Una tenía la cabeza reventada y la otra tirada en el suelo con un antifaz y atada a una silla. También enfocaron una ventana con el cristal roto.
El reportero relataba lo que los investigadores le dijeron. Según sus fuentes, el asesino o la asesina las mataron y se escapó por la ventana rompiendo ésta.
Aunque Sergio sabía con gran certeza que no era cierto, no dijo palabra ninguna. Tan solo se dignó a mirar boquiabierto hipnotizado por las imágenes.

Una semana más tarde tenía persiguiéndolo la F.B.I y la Interpol, que daban caza y captura a Sergio.
Presionado por la búsqueda se volvió aun mucho más loco de lo que ya estaba.

Patrick, un policía neoyorquino, vio a un grupo de gente en círculo gritando y murmullando. Se acercó a la multitud y fue abriendo paso. En medio de aquel gentío había un chaval de unos trentaypocos, tirado, sangrando, aplastado, deformado...

Acordonó la zona y vio que del bolsillo le sobresalía algo. Lo cogió y fue abriendo. Leyó de arriba a bajo sin parpadear sorprendido de lo que sus ojos leían y de lo que de su cerebro almacenaba. Unas palabras duras pero ciertas:















“ Muerte, muerte, muerte...
La muerte es lo que nos separa de la vida. Lo que nos separa de nuestra madre. O no. Yo estoy muerto pero quien sabe, a lo mejor no, ya que nadie ha comprobado ni demostrado que después de la muerte no hay vida, pero sí que en la vida podemos estar muertos.
No me arrepiento de nada, de lo que he hecho ni de lo que no dejé de hacer. Se lo merecían, me incitaban a matar. Porque la muerte llena mucho, te hace sentir vivo, ya que no sabéis el gusto que da verlas caer y notar la sangre fresca caer entre los dedos.
Podéis ser los siguientes, que esté muerto no significa que no viva. Mis recuerdos desvanecen, pero los recuerdos de la gente de las familias de las chicas no.

Ya me he hecho oír, ver y notar, ya he cumplido.

La muerte es relativa para quien la siente y la ve



Sergio Méndez Bazán”